La sostenibilidad en los museos en Panamá: más que un compromiso ambiental
- jonathan hernandez
- 15 oct
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 17 oct

En los últimos años, el concepto de sostenibilidad ha dejado de ser un tema exclusivo de la agenda ambiental para convertirse en un eje transversal de las instituciones culturales. Entre ellas, los museos ocupan un lugar destacado: no solo custodian el patrimonio material e inmaterial, sino que también funcionan como espacios de encuentro social, educación y reflexión crítica. Entonces ¿Qué significa hablar de sostenibilidad en los museos?
La respuesta no es sencilla, porque sostenibilidad en este sector abarca al menos cinco grandes dimensiones: ambiental, social, económica, cultural y de gobernanza. El día de hoy vamos a explorar tres de estas capas y su aplicación en Panamá para permitirnos entender cómo los museos pueden mantenerse vigentes en un mundo que cambia a un ritmo acelerado y sobre todo pensar en cómo medirlos.
1. Sostenibilidad ambiental: del edificio al visitante
Cuando pensamos en sostenibilidad, lo primero que suele venir a la mente es el impacto ambiental. Y es cierto: los museos son instituciones que consumen una gran cantidad de energía y recursos. Las salas climatizadas, los sistemas de iluminación especializados y la conservación preventiva exigen un uso constante de electricidad, agua y materiales.
En este sentido, cada vez más museos están implementando estrategias para reducir su huella ecológica:
Eficiencia energética: instalaciones de paneles solares, sensores de movimiento para la iluminación, o tecnologías de climatización más eficientes.
Materiales sostenibles: en exposiciones temporales se opta por estructuras modulares y reutilizables en lugar de montajes desechables.
Gestión de residuos: separación de basura, reciclaje de materiales de montaje y programas de reducción de papel en favor de lo digital.

Un ejemplo destacado es el Biomuseo, que ha integrado la sostenibilidad en su plan maestro, apostando por energía renovable y mejoras en la eficiencia de sus edificios. Dentro de estas iniciativas se encuentra la instalación de paneles solares, el probar los capacitores y evitar pérdidas de energía, reducir el consumo eléctrico en aparatos que no estén siendo usados. Este tipo de iniciativas no solo reducen costos a largo plazo, sino que también transmiten al público un mensaje claro: debemos accionar para preservar el planeta.
Entre los Indicadores claves (Kpi por sus siglas en inglés) que podemos tomar en cuenta están:
Intensidad energética del edificio (EUI) : kWh consumidos / m² útil
Huella de carbono por visitante: tCO₂ totales / Nº de visitantes
% de energía renovable: kWh renovables / kWh totales
Consumo de agua por visitante: m³ de agua / Nº de visitantes
Tasa de desvío de residuos: (kg reciclado+compostado) / kg totales
Materiales de exposición reutilizados: costo materiales reutilizados / costo total de montaje
2. Sostenibilidad social: museos como espacios de inclusión
La sostenibilidad también tiene que ver con las personas. Un museo sostenible es aquel que construye vínculos sólidos con la comunidad que lo rodea, que reconoce la diversidad de sus públicos y que genera experiencias significativas para distintas generaciones.
Esto implica repensar el rol del museo: ya no basta con ser un “templo de objetos”, ahora debe funcionar como un espacio abierto al diálogo y la participación ciudadana. Algunas acciones en este ámbito incluyen:
Accesibilidad universal: programas para personas con discapacidad, desde rampas y subtítulos hasta visitas táctiles y recorridos en lengua de señas.
Programas educativos inclusivos: colaboraciones con escuelas de distintas realidades socioeconómicas, talleres para comunidades migrantes o actividades intergeneracionales.
Participación comunitaria: involucrar a los vecinos en procesos curatoriales o de co-creación, lo que fortalece el sentido de pertenencia y relevancia social.

Un buen ejemplo lo encontramos en el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, que ha desarrollado diferentes proyectos en donde la curaduría ha sido compartida o realizada por diferentes comunidades.

Entre ellas encontramos la exhibición "Las palabras vienen después" que exploró la conexión entre el arte contemporáneo y las tradiciones de los pueblos Guna, Emberá y Ngöbe-Buglé. La sostenibilidad, en este caso, se traduce en relaciones duraderas que refuerzan la cohesión y la identidad colectiva.
Entre los Kpis que podemos contemplar se encuentran:
Alcance y diversidad de audiencias: % de visitantes de grupos prioritarios vs. línea base local
Índice de accesibilidad: cumplimiento normas establecidas en el país por sección /señalética o barreras físicas
NPS (Net Promoter Score): % promotores − % detractores
Participación comunitaria en programación: # actividades co-diseñadas / # total de actividades
Empleo local y horas de voluntariado: (personal local/total) y horas voluntariado/mes: trimestral ·
Equidad salarial: salario mediano mujeres / salario mediano hombres (mismo nivel)
3. Sostenibilidad económica: el gran reto de la gestión
Ninguna estrategia ambiental o social puede sostenerse sin una base financiera sólida. Aquí aparece la tercera dimensión: la sostenibilidad económica. Mantener un museo es costoso, y depender únicamente de fondos públicos o de donaciones privadas es cada vez menos viable.
Por ello, los museos están explorando nuevas fuentes de ingresos y modelos de gestión más diversificados:
Alianzas público-privadas: colaboración con empresas que ven en la cultura un espacio de responsabilidad social corporativa.
Modelos de membresía: esquemas de socios que aportan recursos a cambio de beneficios exclusivos.
Uso de la tecnología: venta de entradas en línea, experiencias digitales pagadas, visitas virtuales y hasta NFT vinculados al patrimonio.
Eventos y alquiler de espacios: bodas, conciertos y congresos que generan ingresos adicionales sin perder la misión cultural.
Uso de incentivos fiscales como el Certificado de Fomento Cultural que otorga un crédito fiscal del 35% de los gastos realizados por empresas o personas naturales en cultura.

Un ejemplo reciente es el del Museo del Canal de Panamá, que ha logrado diversificar su base de recursos al incorporar eventos temáticos con música y baile, acercando el museo a nuevas audiencias y fortaleciendo su rol como espacio vivo de encuentro cultural.
La sostenibilidad económica no significa convertir al museo en una empresa lucrativa, sino encontrar el equilibrio entre su misión cultural y la necesidad de asegurar recursos estables para cumplirla.
Entre los Kpis que podemos establecer para nuestra organización están:
Diversificación de ingresos (1–HHI): 1 − Σ(participación_ingresos²) de cada fuente de ingreso
% de ingresos propios: (taquilla+tienda+membresías+eventos, etc.) / ingresos totales
Ingreso neto por visitante: (ingresos totales − costos operativos) / Nº de visitantes
Días de liquidez: efectivo y equivalentes / (gasto operativo diario)
ROI de iniciativas “verdes”: (ahorro anual − costo anualizado) / costo anualizado
Apalancamiento de fondos: fondos externos captados / aporte propio
4. Un enfoque integral para la sostenibilidad en los museos
La clave está en entender que estas tres dimensiones están interconectadas. No puede haber sostenibilidad ambiental si no hay recursos financieros que la respalden; no puede haber sostenibilidad social si el museo no logra mantener abiertas sus puertas. Y, al mismo tiempo, ninguna estabilidad económica tendrá sentido si no se acompaña de un compromiso real con el planeta y con la comunidad.
Los organismos internacionales ya están marcando esta ruta. El Consejo Internacional de Museos (ICOM), por ejemplo, insiste en que los museos deben alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Esto implica repensar las prácticas museísticas en clave de derechos humanos, equidad de género, acción climática y educación de calidad.
5. La sostenibilidad como eje del Congreso de la Red de Museos
El Congreso de la Red de Museos de este año giró en torno a un tema ineludible: la sostenibilidad. No se trató de abordarla como una moda pasajera o un concepto abstracto, sino como un marco imprescindible para repensar el rol de los museos en el presente y en el futuro. Durante las ponencias y mesas de diálogo, se puso de manifiesto que la sostenibilidad no puede reducirse únicamente a la gestión ambiental, sino que debe entenderse en un sentido integral: ambiental, social, económica y cultural.

Uno de los consensos más claros fue que los museos, como custodios de memoria y espacios de encuentro, deben asumir un liderazgo activo frente a los desafíos globales. Esto significa innovar en prácticas de conservación que reduzcan el consumo energético, pero también diseñar programas que incluyan a las comunidades, diversifiquen sus públicos y generen modelos de gestión más resilientes.
Los participantes coincidieron en que la sostenibilidad requiere además de alianzas sólidas por lo que la gestión se convierte en la herramienta para lograrlo: entre museos, con universidades, con organismos internacionales y con actores del sector privado. Se destacó que solo mediante la colaboración será posible garantizar que incluso los museos con menos recursos puedan desarrollar proyectos que los fortalezcan y los mantengan vigentes.
En suma, el congreso dejó claro que la sostenibilidad ya no es un objetivo secundario, sino el núcleo desde el cual se debe planificar la gestión museística. Convertir a los museos en espacios sostenibles no es únicamente una cuestión de supervivencia institucional, sino una apuesta por asegurar que el patrimonio cultural siga siendo relevante, accesible y transformador para las generaciones futuras.
6. El futuro: museos resilientes y creativos
Hablar de sostenibilidad en los museos es hablar, en el fondo, de la capacidad de estas instituciones para mantenerse vivas, relevantes y útiles en un mundo en transformación constante. No se trata únicamente de reducir el consumo de energía o de diversificar los ingresos: la sostenibilidad es un marco integral que atraviesa todas las decisiones de un museo, desde cómo diseña una exposición hasta cómo se relaciona con sus públicos y cómo asegura su permanencia en el tiempo.

Un museo sostenible es aquel que entiende que su misión va más allá de custodiar colecciones: debe convertirse en un espacio de diálogo, de aprendizaje y de construcción comunitaria. Para lograrlo, necesita cuidar sus recursos naturales, promover la inclusión social y garantizar una gestión económica que le permita independencia y estabilidad. La sostenibilidad, por tanto, no es una moda, sino un proceso continuo que obliga a repensar la forma en que los museos operan, comunican y se proyectan hacia el futuro.
Además, en un contexto global marcado por crisis ambientales, desigualdades sociales y cambios tecnológicos acelerados, los museos tienen la oportunidad de ser laboratorios de innovación social. Pueden liderar conversaciones sobre cambio climático, equidad, memoria histórica y justicia cultural, demostrando que la cultura no está aislada de los grandes retos de la humanidad, sino que es una herramienta fundamental para enfrentarlos.
Al final, la sostenibilidad en los museos es también un acto de responsabilidad intergeneracional: asegurar que el patrimonio cultural, las historias y los saberes que resguardamos hoy puedan seguir inspirando a las comunidades del mañana. Un museo sostenible no solo preserva el pasado, sino que siembra las bases para un futuro en el que la cultura, la sociedad y el medio ambiente convivan en equilibrio.




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