top of page

Cambiando el curriculum en artes y cultura desde la perspectiva de las industrias creativas: 5 Claves para la Transformación Educativa

  • Foto del escritor: jonathan hernandez
    jonathan hernandez
  • 10 jun
  • 5 Min. de lectura

Sé que he tenido esta sección de mi página web un poco descuidada, pero en los últimos meses han ocurrido muchos cambios y aprendizajes. Poco a poco, iré actualizando el sitio con nuevas reflexiones y perspectivas sobre este tema que me apasiona profundamente.


Últimamente, algo que no deja de dar vueltas en mi cabeza es la estructura de la cadena de valor en las industrias creativas. Diversos estudios del BID, la CEPAL y otras instituciones en América Latina y Europa han analizado este tema en profundidad, y lo más llamativo es que los desafíos estructurales se repiten con una sorprendente similitud en distintos contextos.


Esto me llevó a pensar en la urgente necesidad de intervenir desde la educación. Si brindáramos a los estudiantes las herramientas necesarias desde temprano, podrían enfrentar con mayor preparación las realidades del sector y evitar, años después, el estancamiento profesional o la precariedad que afecta a tantos creativos.


La educación artística debe evolucionar si quiere responder a las realidades del siglo XXI. En América Latina y el Caribe, las industrias creativas representan una oportunidad económica significativa y un terreno fértil para la innovación social, pero requieren profesionales preparados no solo en lo técnico o expresivo, sino también en lo estratégico, legal y tecnológico. A continuación, exploramos claves para la transformación educativa que resultan esenciales para este cambio.



1. Educación Financiera para participantes de las industrias creativas


Educación financiera

Uno de los vacíos más notorios en la educación artística tradicional es la falta de herramientas para la sostenibilidad financiera. Muchos artistas, gestores culturales y emprendedores creativos se enfrentan a un sistema donde deben autogestionar sus proyectos sin formación previa en finanzas personales o empresariales. Enseñar a presupuestar, fijar precios, evaluar costos y planificar el flujo de caja permite que la creatividad no dependa exclusivamente de la intuición o del azar.


Además, es necesario introducir conceptos más avanzados que respondan a la lógica de las industrias creativas, como el retorno social de la inversión, la evaluación del riesgo, los ingresos residuales por derechos de autor y las estrategias de diversificación de ingresos. Esto les permite a los creadores visualizar oportunidades en modelos como el mecenazgo digital, las membresías, el crowdfunding o las regalías por licencias de uso. Sin estas herramientas, el talento corre el riesgo de volverse insostenible.


Finalmente, la educación financiera también contribuye a dignificar el trabajo artístico. Enseñar a valorar el tiempo, a estimar costos reales y a negociar contratos justos ayuda a combatir una cultura en la que el trabajo cultural suele ser infravalorado o incluso solicitado gratuitamente. Incluir este enfoque desde las escuelas de arte y las universidades es un paso urgente hacia la profesionalización del sector.


2. Gestión Cultural y Emprendimiento

business model canvas

En las industrias creativas, la buena gestión es tan crucial como la buena creación. No basta con producir una obra si no se sabe distribuir, monetizar o articular con un ecosistema más amplio. Por ello, incorporar la gestión cultural como competencia transversal permite que artistas y profesionales del sector puedan formular proyectos, establecer alianzas, levantar fondos y liderar equipos multidisciplinarios.


Las metodologías de innovación y emprendimiento cultural —como el Business Model Canvas, el diseño centrado en el usuario o la gestión ágil de proyectos— pueden ser adaptadas a las especificidades del sector creativo. Estas herramientas no solo permiten pensar en términos de viabilidad económica, sino también en términos de impacto social, territorial y simbólico. La gestión cultural, bien enseñada, abre puertas al liderazgo creativo y comunitario.


Además, formar en gestión es abrir la posibilidad a nuevos perfiles dentro del campo artístico: productores, curadores, directores de festivales, programadores, editores, gestores de espacios y más. Todos estos roles son necesarios para que una obra llegue al público y tenga efectos transformadores. Enseñar a emprender en cultura es, por tanto, un acto de empoderamiento que conecta lo creativo con lo económico y lo social.


3. Propiedad Intelectual y Derechos de Autor


derechos de autor

En un contexto donde la producción cultural circula por plataformas digitales y se replica con facilidad, la comprensión de los derechos de autor y de la propiedad intelectual se vuelve fundamental. Saber qué es una obra protegida, qué derechos conserva el autor, cómo se licencian y cómo se monetizan esas licencias son conocimientos que deberían ser tan básicos como aprender a firmar un contrato.


Este aspecto legal no solo protege al creador, sino que amplía sus fuentes de ingreso. El cobro por derechos de reproducción, sincronización, ejecución pública o adaptación puede representar una parte significativa de los ingresos para músicos, escritores, artistas visuales y diseñadores. Sin embargo, muchos creativos desconocen estos mecanismos y, por lo tanto, pierden oportunidades de monetización legítima.


Más aún, entender los distintos tipos de licencias (como Creative Commons), el uso justo (fair use) o la diferencia entre obra derivada y plagio es esencial para navegar el entorno digital de forma ética y estratégica. Las instituciones educativas deben acercar a los estudiantes a los marcos jurídicos nacionales e internacionales de manera práctica, actualizada y aplicada a casos reales del sector creativo.


4. Tecnología y Digitalización Cultural


nft y blockchain

La revolución digital ha modificado las formas de creación, distribución y consumo cultural. Por eso, todo programa de formación artística que aspire a preparar profesionales para las industrias creativas debe integrar conocimientos tecnológicos, desde software de edición y plataformas de streaming hasta herramientas de inteligencia artificial, NFTs o realidad aumentada.


No se trata solo de formar técnicos, sino de expandir las posibilidades expresivas y económicas de los artistas. Por ejemplo, un ilustrador que domina herramientas digitales puede generar productos para videojuegos, editoriales o plataformas audiovisuales. Un músico que conoce las métricas de Spotify y los algoritmos de TikTok puede planificar mejor su difusión. Un gestor que sabe usar CRM o analytics puede segmentar públicos y mejorar su impacto.


La alfabetización digital también es una cuestión de equidad. Si no se incorporan estas herramientas en la educación formal, se perpetúa una brecha entre quienes acceden a entornos de alta tecnología y quienes quedan rezagados. La inclusión tecnológica en la educación cultural es, por tanto, una cuestión de justicia y de competitividad.


5. Pensamiento Crítico y Perspectiva Global


pensamiento critico

Más allá de la técnica y la gestión, los programas educativos deben cultivar la capacidad de análisis y reflexión crítica. Entender los contextos sociales, económicos, políticos y ambientales donde se inserta la práctica cultural es fundamental para desarrollar proyectos con sentido, pertinencia e impacto.


El pensamiento crítico permite cuestionar narrativas dominantes, visibilizar identidades subalternas, reconocer desigualdades estructurales y proponer alternativas desde la cultura. También ayuda a reflexionar sobre el rol del arte en la construcción de ciudadanía, memoria colectiva y transformación social. La cultura no es neutral, y su enseñanza tampoco debería serlo.


Por último, incorporar una perspectiva global en la educación artística —desde el conocimiento de mercados internacionales hasta la comprensión de los flujos culturales transnacionales— prepara a los estudiantes para interactuar en redes complejas. Las industrias creativas son globales, y la educación debe formar ciudadanos culturales con visión local y proyección internacional.


Conclusión


La integración de estos cinco ejes —finanzas, gestión, propiedad intelectual, tecnología y pensamiento crítico— no es opcional. Es el nuevo mínimo común para formar profesionales capaces de habitar y transformar el ecosistema de las industrias creativas. Apostar por esta educación integral es sembrar las bases de un sector cultural más fuerte, justo y sostenible.

 
 
 

Kommentare


Joha | Jonathan Hernández Arana

Consultor en Arqueología – Curaduría y diseño de exhibiciones – Finanzas para las industrias creativas

+507 69669260

  • Facebook
  • Twitter
  • LinkedIn
  • Instagram

©2021 por Joha. Creada con Wix.com

bottom of page